viernes, 23 de marzo de 2012

Jesús le ganó la partida al diablo (3 a 1)

El presente mensaje es para mostrarte lo útil que son las escrituras para enfrentar toda tentación del enemigo. Si Jesús lo empleó contra el diablo, tú también lo puedes hacer. Por cada escritura que declares es un punto se acumula a tu favor.

El libro de Mateo, en su capítulo 4, nos habla que el Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto para que el diablo lo tentara. Luego de pasar cuarenta días y cuarenta noches sin probar bocado, Jesús sintió hambre y el diablo se le acercó y lo retó a convertir las piedras en pan. A lo que Jesús le refutó con una escritura del libro de Deuteronomio. El diablo no pudo contradecirle. Resultado: 1 a 0. Gana Jesús.

Luego el diablo lo llevó al lugar más alto del templo de Jerusalén y lo desafió a arrojarse desde lo alto, en su astucia por engañarle fundamentó su pedido con una escritura del libro de los Salmos. Jesús lo censuró con otra escritura del libro de Deuteronomio. El diablo no dijo nada. Resultado acumulado: 2 a 1. Sigue ganando Jesús.

Finalmente el diablo lo llevó a la cima de una montaña y le mostró las naciones del mundo y la gloria que hay en ellas, y le propuso que se lo daría si se arrodillaba y le adoraba. A lo que Jesús le increpó que se fuera y le declaró otra escritura, también del libro de Deuteronomio. El diablo no pudo cuestionarle más y se marchó. ¡Los ángeles llegaron y celebraron con Jesús la victoria! Resultado final: 3 a 1. Ganador y vencedor indiscutible: Jesús de Nazareth.

Reflexión: Jesús fue tentado por Satanás, tuvo que enfrentarse al Rey de la Mentira. Pero, al contrario de lo que pasó con Adán y su mujer, Jesús no fue engañado. ¡Jesús le ganó! Y porque Él ganó, ahora también nosotros podemos ganarle la partida a Satanás, ya que Jesús nos enseñó cómo ganarle.

Muchos hemos pensado “¿Cómo ganarle a Satanás si es un ángel?”, otros quizás han pensado “Si tuviera superpoderes o un arma secreta”. Pero, si leíste con atención, te habrás dado cuenta que Jesús no usó superpoderes, ni algo sobrenatural para ganarle. Él simplemente usó lo mismo que tú y yo tenemos a la mano:

1. El poder que nos da el Espíritu Santo; y


2. La Palabra “Escrita” de Dios, la BIBLIA.

Si tú has recibido a Cristo en tu corazón, desde ese momento el Espíritu Santo vino a morar dentro de ti, Dios mismo está dentro de ti. Puedes pedirle ayuda durante la tentación. Él quiere que ganes. De igual manera, cuando lees la Palabra de Dios (la Biblia), aprendes promesas de parte de Dios que te ayudarán a resistir la tentación.

Entre más avances en tu fe, más tentaciones vendrán. No es para desanimarte, es para decirte que entre más quieras vivir una vida agradable a Dios, más buscará la forma de desviarte el enemigo. Pero recuerda, Jesús nos demostró que se puede vencer al enemigo y resistir a la tentación.

Cuando te digan que no puedes declara:

Escrito está “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Cuando te digan que estás muy enfermo declara:

Escrito está “Porque por las llagas de Cristo he sido sanado”.

Cuando sientas peligrar tu vida declara:

Escrito está “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú (Señor) estarás conmigo”.

Cuando sientas temor declara:

Escrito está “No os dado Dios espíritu de temor, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

Cuando estés en escasez declara:

Escrito está “El Señor es mi pastor y nada me faltará”.

Cuando te amenacen declara:

Escrito está “Si por un camino viene el enemigo, por siete caminos saldrá huyendo”.

“Si Cristo está conmigo, ¿quién contra mí?”.


viernes, 9 de marzo de 2012

En los asuntos de mi Padre

Cuando tenía 12 años, había dejado la primaria, el tiempo de los juegos de niños quedaba atrás, me encontraba ya en la secundaria, veía a los más grandes del quinto año, y me preguntaba ¿llegaré a ser como ellos? En verdad, quería ser grande como ellos. Y un día mi padre me dijo: Hijo, ya tienes doce años y qué dijo Jesús a esa edad, es hora que me ocupa de las cosas de mi padre, entonces ve y encárgate del taller. Mi papá tenía una imprenta. Y él me decía: Que pasa si mañana falto, quien manejará el negocio, tu madre tiene que cuidar de tus hermanos, tú tienes estar al frente, que no te agarra por sorpresa y no sepas qué hacer.



Mi padre no conocía mucho sobre la Biblia, pero el mensaje que había escuchado lo usó para darme una responsabilidad que marcó mi vida y a partir de allí me sentí como en otro nivel, como una persona madura, y es que "La madurez no se adquiere con los años sino con las responsabilidades que asume". Y aprendí el oficio de la tipografía en la imprenta de mi padre. Le doy gracias a Dios por mi padre, porque aunque él nunca tuvo a su padre a lado, seguro habría querido que su padre le dijera estas palabras cuando era un niño de 12 años. Mi padre empezó a trabajar a una tierna edad y se hizo un hombre siendo muy joven. Nunca supo que era jugar con los niños de su edad, porque tenía que trabajar y ayudar a su madre. Esta historia quizás se parezca a tu vida o a la vida de tu padre. Pero en verdad, un padre marca el destino de un hijo, para bien o para mal.


Te imaginas a un niño de doce años discutiendo en Palacio de Justicia sobre leyes con los magistrados y jueces, sería imposible, pero para Dios y los hijos de Dios no hay nada imposible. Sin embargo, hace dos mil años, un año como hoy, Jesús tenía 12 años y se atrevió a superar todo critica: de que si eres joven, te falta crecer, aún no sabes nada de la vida; pues se agarró de la mano de Dios y fue a las ligas mayores, a enfrentarse con los grandes, como quien dice, se fue a foguearse para saber cómo estaban preparados, esos que se dicen ser doctores de la ley, para que cuando venga luego en unos años, más crecido y más maduro espiritualmente los enfrente cara a cara. Por eso, cuando sus padres le hallaron, María le preguntó: Hijo, ¿por qué nos hiciste esto?, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Y él les contestó: ¿por qué me buscaban?, ¿no saben que debo estar en los asuntos de mi padre? (Lucas 2:48-49). El sabía de dónde venía, si bien José era su padre aquí en la tierra, sabía que tenía un padre celestial, mucho más grande que todo lo creado, y que le motivaba hacerlas cosas que a él le agradaba, pues sabia cual era su naturaleza.


Tú también tienes el mismo padre de Cristo Jesús, y cuando eras un niño le has rezado el Padre Nuestro todos los días y él te ha escuchado, no ha sido en vano, lo que pasa ahora es que has crecido y te has apartado de él.


Por eso, yo ye invito a que tomes las riendas de tu vida como Jesús. Este año 2012, que ha sido declarado en nuestra iglesia cristiana como el “Año del cumplimiento de las promesas de Dios”, para que tu también les respondas a tus padres, a tu familia, a tus amigos:



“Es hora que me ocupe de los asuntos de mi Padre”.



Y te aseguro que todas las promesas de Dios, de nuestro Padre Celestial, se harán realidad en tu vida este año. Si lo crees, así será. No esperes el siguiente año, el 2013 o el 2014, este año Dios te está llamando a que te metas en sus asuntos, porque este año 2012 es tu año. No es fin del mundo; lo será para otros que no conocen a Dios. Pero para ti es tu despegue. Cree en Dios, metete con Dios, agárrate de Dios y él abrirá las ventanas de los cielos y te bendecirá hasta que sobreabunde.


Que Dios te bendiga.