Cuando estamos frente al
computador, redactando un documento o cualquier otro archivo, ya sea una hoja de cálculo o una presentación de los programas de Office, con solamente
presionar las teclas CTRL+Z podemos retroceder "n" veces y deshacer cuantos
errores hallamos cometido en la
redacción o en la información ingresada.
Cuántas veces hemos deseado poder
deshacer el error cometido, hemos querido volver al pasado para evitar lo que
dijimos o hicimos, para evitar problemas que terminaron afectando nuestra vida y la vida de otras
personas, porque habíamos pensado que esa era la mejor decisión para nosotros sin
pensar en las consecuencias posteriores.
Cuando recapacitamos de nuestro
error, queremos que nuestra vida sea como esas teclas de CTRL+Z, que al
presionarlas pudiéramos cambiar todo lo que hemos dicho o actuado equivocadamente y
corregir por otras palabras y acciones que expresen lo que deberíamos haber hecho y así vivir plenamente, habiendo superado los errores. Eso nos gustaría
mucho, verdad?
Si bien no tenemos esas teclas
para emplearlas en la vida, Dios no ha dado la capacidad de poder subsanar los errores cometidos en nuestra vida pasada y eso viene a ser el PERDÓN.
Cuando perdonamos, podemos curar las heridas y Dios se encarga de sanarlas.
Cuando perdonamos, no cambiamos el pasado, pero cambiamos el futuro, tanto el
tuyo como el de la otra persona, porque a partir de esa acción, los rencores se
disipan, las cargas emocionales bajan, los resentimientos se anulan y hay paz
en tu corazón porque has sido liberado, porque si no perdonas no eres libre y
cargas con el pecado de falta de perdón. Al mismo tiempo puedes pedir perdón
por aquellos a los que hiciste daño, esto tiene un doble efecto. “Si
perdonas a los pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados” (Mateo 6: 14-15).
Si sabemos que Dios nos ha
perdonado de nuestros pecados, aún sin merecerlo, nosotros debemos también
imitar este acto de amor perdonando a todos aquellos que nos ofenden.
La Falta de Perdón ata a las
personas con el resentimiento, lo tiene encadenado. La falta de perdón es un
veneno destructivo que mata el Espíritu.
Así que con el amor de Dios, es
decir con CTRL+Z en nuestro corazón podemos borrar de nuestra vida toda
amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia. “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo” (Efesios 4:31-32).
Acércate hoy a Dios y reconócelo
como tu Señor y Salvador, ábrele la puerta de tu corazón y déjalo entrar en tu
vida y él hará en ti la persona que quiere que seas.
Si quieres comprometerte con
Cristo haz esta simple oración de fe.
“Querido Dios: Gracias por
tocar a la puerta de mi corazón. Gracias por el sacrificio de tu hijo Jesús, al
morir por mí en la cruz. Reconozco que soy pecador, y que necesito tu perdón. Hoy me arrepiento y te entrego
mi vida. Confieso con mi boca que Jesús es el Señor, y creo con mi corazón que
ha resucitado. ¡Hoy recibo tu Salvación y Vida Eterna! Amén.
Si has hecho esta oración de
manera sincera busca una iglesia cercana a tu
vivienda que predique el amor de Cristo, y no dejes de congregarte para seguir creciendo en el espíritu y en la fe.
Que Dios te bendiga.